jueves, mayo 6

La economía de escala en el servicio eléctrico venezolano




Una característica del servicio eléctrico es la importancia de la economía de escala. Hay que decir que no es exclusiva del sector, la escala adecuada es fundamental en muchas actividades económicas y muy especialmente en las intensivas en capital, como es el caso del sector eléctrico. Si bien el servicio comenzó a prestarse con pequeñas centrales cercanas a los centros de consumo, no tardó mucho en desarrollarse la tecnología de transmisión que permitía transportar grandes potencias a largas distancias.

Así se acercaron a las ciudades los aprovechamientos hidroeléctricos y las minas de carbón, mientras los sistemas eléctricos se configuraban de acuerdo con los recursos disponibles. Las redes de los países altamente electrificados dependen de dos factores: la disponibilidad de energía primaria y la ubicación de la población. Hoy en día los sistemas eléctricos se interconectan con sus vecinos compartiendo las necesarias reservas, aprovechando la diversidad de la demanda y apoyándose en caso de contingencias. Los sistemas aislados sólo se justifican para atender casos particulares.

Venezuela constituye un buen ejemplo de esta característica. Toda la red se ha configurado en torno a los importantes recursos hidroeléctricos del río Caroní que garantizan el 55% de las necesidades de electricidad del país y hoy aportan el 70% de la generación. Para ello se construyó una red de transmisión en 765 y 400 KV que permite transportar la energía desde Guayana hasta Zulia y actúa como la columna vertebral del sistema. No hay duda de que esta configuración hay que aprovecharla. La expansión de la generación eléctrica, que necesita con urgencia el país, debe montarse sobre esta red y utilizar sus ventajas. ¿Cómo hacerlo? Tal vez lo mejor es iniciar indicando lo que no se debe hacer.

La lógica indica que la generación térmica debe ubicarse lo más lejos posible de Guayana, y así dejar libre la red para el transporte de electricidad desde el Caroní. Siguiendo este criterio, es mejor una central de ciclo combinado en Zulia que en el sur de Monagas o Anzoátegui. La segunda competirá en el uso de la red con las centrales del Caroní, mientras que la primera ayudará a aumentar su capacidad al darle más estabilidad. Si bien es cierto que pueden existir excedentes de gas natural en la faja petrolífera del Orinoco, estos se pueden usar en la alimentación a la industria de Guayana que hoy es deficitaria, liberando así el gas de Anaco para la atención del centro y occidente del país.

Otra cosa que resulta contra natura es instalar pequeñas centrales de 15 MW, a las que llaman generación distribuida, cuando el país requiere centrales de 500 MW hacia arriba. El año 2007 se instalaron 7 de estas pequeñas centrales, representando un desperdicio de recursos y una distracción que actúa como un espejismo con la pretensión de resolver el problema. Estas centrales se conciben para ayudar a pasar las horas de demanda máxima, por lo que no están diseñadas para trabajar en régimen continuo de 24 horas sino sólo 6 horas diarias. Ya en Nicaragua se han empezado a reventar las unidades instaladas por haberlas utilizado en exceso. Es una tecnología importada de Cuba, en donde han prestado un servicio porque no disponen de una red que permita aprovechar la economía de escala. Pero ese no es el caso de Venezuela. Aquí disponemos de una infraestructura de primer mundo sobre la cual montar la expansión de nuestra generación.

Estas son las cosas que no se deben hacer, pero dejemos para la próxima semana la proposición de algunas soluciones viables.

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